¿Es posible estar en contra de la pena de muerte y a favor de la despenalización del aborto?

El otro día en un debate en T.V sobre la pena de muerte me acusaron de incoherente por estar en contra de esa medida pero a favor de despenalizar el aborto. Negué enfáticamente incoherencia alguna, pero creo necesario explicar mejor mi posición.
Empiezo aclarando un punto importante: Señalar que estoy “a favor del aborto” es una manera simplista de explicar una posición política y social que requiere mayor desarrollo. No estoy “a favor del aborto”, pues eso da a entender que quiero promover que las mujeres aborten. Estoy a favor de la despenalización del aborto y que sea cada mujer la que informada y libremente decida si aborta o no. Que el Estado no trate a las mujeres como criminales por decidir abortar, y que por el contrario les brinde toda la información y asistencia necesaria antes y después de tomar tan difícil decisión.
Esto es particularmente relevante en los casos previstos en el proyecto de ley que apoyo en el Congreso de la República: la despenalización del aborto en caso de violación o cuando la vida del feto es inviable. Supuestos que se sumarían al que actualmente ya se encuentra permitido, que es el aborto en caso el embarazo ponga en riesgo la vida de la madre (aborto terapéutico). Y es realmente urgente de implementar en nuestro país cuando la evidencia nos muestra que las mujeres no dejan de abortar porque esté penalizado; lo siguen haciendo, pero las mujeres de bajos recursos mueren pues las opciones clandestinas a las que acceden no brindan mínimas garantías a su salud.
Ahora, pasemos a la comparación entre la pena de muerte y el aborto.
En la pena de muerte, el daño que es materia de condena ya se produjo (la violacion, el hecho corrupto, el atentado terrorista). La pena capital no nos permite salvar una vida o proteger la salud mental de una víctima. Es una reacción posterior, con riesgos y objeciones importantes, como he sintetizado en este artículo que enlazo. En cambio, con la despenalización del aborto, aún existe un daño que puede ser evitado: ya sea el posible daño psicológico de llevar adelante un embarazo inviable o fruto de una violación, o el posible daño físico que puede causar un aborto clandestino, pues una mujer que decide abortar lo hace, lo quiera el Estado o no.
Reducir el debate a una supuesta inconsistencia moral invisibiliza aún más las difíciles situaciones por las que atraviesan las mujeres en nuestra sociedad, la cual les niega la posibilidad de decidir sobre su propio cuerpo y salud, haciéndolas doblemente víctimas. Quienes estamos a favor de la despenalización del aborto no estamos defendiendo la imposición de un castigo capital, como sí ocurre con quienes defienden la pena de muerte. Estamos respetando una decisión personal y buscando que se brinde toda la asistencia necesaria a quien opta por ella, acciones esperables en cualquier sociedad justa.