El reto que marca nuestra era

Alberto de Belaunde
5 min readJun 19, 2020

Esta tarde se instaló en el Congreso de la República la Comisión Especial de Cambio Climática, la cual tendré el honor de presidir. Aquí las palabras que compartí con los colegas luego de mi elección.

El cambio climático es el reto que marca nuestra era. La comunidad científica nos sigue informando y advirtiendo sobre las graves consecuencias que este tendrá para el bienestar de nuestra población. Esto nos exige adoptar acciones urgentes, más ambiciosas e integradas.

El Perú, como sabemos, es uno de los países más vulnerables en el mundo frente al cambio climático, lo que nos obliga a adoptar las medidas necesarias para asegurar nuestra resiliencia en cada una de nuestras regiones. Debemos lograr que ningún peruano o peruana sufra daños por causas que pudieron ser evitadas.

La emergencia que atravesamos hoy, ocasionada por la pandemia del Covid-19, expone la magnitud de las falencias que el país arrastra desde hace décadas. Pero también nos muestra, de manera más palpable, que hemos cruzado fronteras ambientales y climáticas.

El origen del virus que ocasiona el COVID-19, tal como lo señalaron recientemente expertos latinoamericanos, es de caracter zoonótico y está asociado a varios factores concurrentes que se sabe que son causantes de enfermedades y otras desgracias, tales como: La pérdida de hábitats naturales de ciertas especies de fauna. El comercio y consumo de especies de fauna silvestre. El calentamiento global que promueve la migración de vectores de nuevas enfermedades. Y la baja calidad del entorno ambiental.

Debemos, como país, hacer cambios para evitar que esta tendencia siga profundizándose, pues estas crecientes presiones sobre la naturaleza reducen nuestra resiliencia y nos ponen en mayor riesgo de pandemias como la que actualmente sufrimos. De seguir en el mismo rumbo el panorama venidero es catastrófico. Hay reformas importantes que como sociedad y Estado no debemos seguir postergando.

El decrecimiento de 12% del PBI proyectado por el Banco Mundial para el Perú en el año 2020, no solo traerá consigo graves consecuencias sociales. Implica además un nuevo riesgo para la creación y financiamiento de políticas de mitigación y adaptación ante el cambio climático. Por ello, es necesario tener claras las prioridades, y entender bien las causas y consecuencias de la crisis, la más compleja y sistémitica que hemos vivido.

Este contexto crítico nos obliga a profundizar el debate sobre los errores cometidos en la construcción de nuestro modelo de desarrollo y sobre qué tipo de economía es la queremos ver reconstruida cuando pase la crisis. Es una oportunidad para avanzar hacia una economía del bienestar, en la que el contenido ambiental y climático tengan un rol crucial.

Es el momento, entonces, de romper con la falsa dicotomía entre la Economía vs el Medio Ambiente, y construir un nuevo paradigma. Una “reactivación verde” que impulse un modelo de desarrollo sostenible basado en la solidaridad y el conocimiento científico. Una economía circular que involucre y funcione para todos y para todas, y que no sacrifique el futuro de las siguientes generaciones sino que, por el contrario, lo asegure. Es un gran reto del que debemos hacernos responsables con urgencia.

Esto implica, por ejemplo, impulsar proyectos de innovación y planificación del uso de los recursos naturales renovables. Y también, desarrollar medidas de adaptación, monitoreo y reducción de emisiones de los temibles Gases de Efecto Invernadero. De todo ello, dependerá la mejora de la calidad de vida de los peruanos de las generaciones futuras.

Nuestro país es uno de los países más biodiversos del mundo, tanto en diversidad silvestre como cultivada. Tenemos incluso los ecosistemas marino-costeros más ricos en el mundo, tanto en biomasa como en diversidad biológica. Asimismo, somos el noveno país con mayor superficie boscosa en el mundo con 74,2 millones de hectáreas. Estas son nuestras riquezas y capital ecológico que debemos conservar y aprovechar sosteniblemente.

En consecuencia, la meta de la reactivación económica debe ser la construcción de un país moderno y de bienestar que promueva la gestión de los recursos naturales de la mano con el desarrollo económico. El crecimiento no puede poner en riesgo nuestro bienestar, nuestros ecosistemas ni nuestro futuro. En palabras del Secretario General de las Naciones Unidas: “ahora más que nunca es necesaria la solidaridad y la ambición de transitar hacia una economía sostenible, resiliente y baja en emisiones de carbón”.

Para lograr estos objetivos es fundamental, que avancemos con acciones en temas tales como:

  • Soportar las políticas de reactivación económica con bases científicas en cambio climático y en el cuidado de la naturaleza y las personas.
  • Impulsar inversiones y reactivación económica con contenidos climáticos y recuperación de la naturaleza.
  • Impulsar verdaderamente la inversión en energías renovables que incentiven no solo una mayor eficiencia energética, sino que también promuevan el uso de tecnologías limpias en las diversas actividades económicas y sociales.
  • Una reforma tributaria que incluya impuestos a las actividades que generen más emisiones de carbono.
  • Fomentar la creación de negocios en los que se aproveche el potencial de las empresas privadas para generar bienestar.
  • Promover programas de transporte urbano y movilidad individual sostenible
  • Profundizar la reducción del uso del plástico.
  • Impulsar el manejo forestal comunitario y mecanismos de conservación de bosques en comunidades nativas.
  • Asegurar inversión para cubrir las carencias urbanas y rurales de acceso al agua, saneamiento y gestión de residuos sólidos.

También es importante que como país nos comprometamos seriamente con el seguimiento a las medidas de implementación del Acuerdo de París y ratifiquemos acuerdos tan importantes como el de Escazú, que mejorará la Democracia Ambiental en nuestro país.

Todo este esfuerzo requiere la participación de la sociedad civil, el Congreso, el Ejecutivo y por supuesto del sector privado. Todos tenemos el desafío de ser parte de la construcción de una economía sostenible, amigable con el ambiente y con criterios de competitividad que mire las oportunidades y desafíos del presente y futuro.

El tiempo apremia. Hagamos que esta nueva normalidad se convierta en un futuro mejor, a través de una verdadera “reactivación verde”. Seamos ambiciosos antes que la catástrofe climática sea irreversible. La historia será la jueza de nuestro trabajo.

Muchas gracias

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